Como muchos de los edificios del barrio residencial de La Farola en Valladolid, el del número 50 del camino de la Esperanza adolece de las patologías propias de la época en que fue construido: 1964, un tiempo en el que la ciudad de Valladolid continuaba creciendo hacia el sur y conformando barrios obreros para alojar a las grandes masas que vinieron a trabajar a la industria vallisoletana.
En este caso nos enfrentamos a la recuperación de unos balcones ubicados en la fachada posterior de este edificio, orientadas a un gran patio de manzana. Su estructura general es de muros de carga paralelos a las fachadas (estructura compartida con el bloque gemelo construido simultáneamente), de modo que la estructura de los balcones constituye una continuación en voladizo de los forjados de las viviendas.
Como decíamos, el hormigón de estos balcones – compuestos de viguetas prefabricadas y bovedilla cerámica – se encontraba reducido a arena probablemente como consecuencia de una pobre composición y la filtración de agua a través del antiguo pavimento. La entrada de agua en el forjado habría oxidado las armaduras – por otra parte, lisas, y con una mala capacidad de adherencia – dilatándolas y contribuyendo a la rotura del hormigón.
Para su rehabilitación, la intervención consistió en 3 fases: demolición y limpieza, pasivado y preparación, y consolidación.
- En un primer momento se picaron y cepillaron los balcones hasta dar con material resitente. En ocasiones esto supuso la demolición completa de la estructura del balcón, en otras, el picado y limpieza de su capa de compresión y el apuntalamiento de los restos de vigueta.
- Posteriormente se procedió a la limpieza y pasivación de las armaduras para frenar el priceso de oxidación. Esto es fundamental de cara a recuperar su capacidad resistente y frenar su deterioro.
- Por último se dispusieron elementos resistentes que, sumados a los recuperados, dotaran a los balcones de estabilidad ante el vuelo. En los menos deteriorados [Tipo 2] se aplicó un hormigón de adherencia recuperando las viguetas, para posteriormente construir una nueva capa de compresión armada con hormigón de alta resistencia. En los que se habían perdido por completo [Tipo 1] se reconstruyó el balcón mediante viguetas in-situ de hormigón de alta resistencia – haciendo uso de las armaduras existentes – y bovedilla de poliestireno expandido.
En ambos casos se construyó un marco perimetral a base de perfiles de acero laminado, empotrados en el muro de carga y soldados a las nuevas armaduras, de modo que el resultado ofrece un comportamiento solidario y un acabado unitario en el conjunto de la fachada.